Hay una música en los huesos que se rompen. Una
música que es dolor. Una oleada de mar invisible anegando
tu vida, sosteniendo apenas sus débiles brazos, su
mirada. Pensando, que todo pasará, que encontrará esa
felicidad común de todos los niños. Coges sus manos,
acaricias sus cabellos, besas sus mejillas, la
abrazas...Apartas a manotazos la tristeza, la dejas atrás, en
sus sueños, en el llanto de las habitaciones vacías.
¿Cómo se hace convertir el tú en ella, el dolor en belleza?
Levantarse cada mañana y renovar la esperanza. Llegar
allí, a sus pies, con la rosa fresca del día, ¿cómo?
Escucho la lentitud del tiempo ahogándose en tus
ojos, gritando cabellos blancos en tus sienes. Es tuyo el
fruto de tu vientre, y allí mueres. No hay preguntas, ni
condiciones, ni medias palabras. Tú eres sus pensamientos
y ella en ti vive. Delicada flor en el agua de tus besos.
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