19 jun 2011

          Hoy hemos tenido un día entero. No han ocurrido grandes-pequeñas cosas. Tu hermano come con apetito y sestea, se muestra siempre discreto, oportuno para dejarse querer y no añadir problemas. Asciende una suave calima por el valle. Sobre el mar reposan algunas barcas. Han desaparecido del horizonte los veleros. Hay calma chicha y olor a cocinas. Se escucha al fondo el mar, el romper de las olas. Reúno a los niños, los siento a mi lado, leyéndoles al azar páginas del Quijote. Y se ríen y sueñan, aunque sólo sea esta larga media hora de belleza, de humanidad entera, de paz, como un regalo que nos llega del mar, de las profundidades de no sé qué dios, qué abismo.

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